Ayer me regalaste algo formalmente, como un regalo, por primera vez.
Digo "formalmente, como un regalo" porque siempre tenés listo el café para mis despertares lentos, el chocolate y el helado para las películas, las zapatillas para cuando llego a tu casa con tacos y al otro día no tengo ganas de ponérmelos de nuevo; pero ayer me dijiste, "compré algo para vos, pero no es para que te lo lleves" y fuiste al placard a buscar algo. Me quedé sentada, un poco extrañada, barajando en mi mente cosas extrañas que no me podría llevar a mi casa, y me trajiste una cajita con un boxer. "La verdad que no sé si vos usás, pero sé que algunas chicas los usan de pijama, y no sé, para que no duermas incómoda..." Te interrumpí, te llené de besos, te dije "gracias" varias veces mientras te reías y me decías que era una tontera, que era un regalo minúsculo y que no merecía esa reacción.
Lo que no sabés es que ese "no es para que te lo lleves" viene a ser como cuando me compraste el cepillo de dientes: me dejás ser parte, me hacés un lugarcito,
y no concibo regalo más valioso que ese.
Este relato fue lo mas lindo que leí este domingo. Fue tierno. Pensó en vos y encima te lo condicionó a que sea sólo para cuando dormís con él, que se traduce en muchas noches a futuro. Que bueno que siga habiendo pibes que se animen a esto.
ResponderEliminarUn abrazo. Diego :)