jueves, 31 de octubre de 2013

Valeria

Hoy volvíamos del trabajo con una amiga, como todas las noches, hablando de pavadas en el colectivo para tratar de que aminorar aunque sea de forma ilusoria el tiempo del viaje. Me pregunta,igual que siempre, cómo estoy. Le cuento: que los parciales, que la serie de televisión, que el libro que estoy leyendo, que mi nueva carrera, que la tormenta... 
"Todo muy lindo; pero vos, ¿cómo estás?" Pienso... Estar. Si es que a la cosa inerte en la que me convierto a veces se la puede considerar un ente, si es que transitar el día evitando el contacto con cualquier persona es una forma de estar, si es que desaparecer de la vida de la gente es tal vez una manera de aparecer. Si es que planificar y hacer con cuidado cada movimiento, palabra y gesto para no dejar traslucir la catarata de sensaciones que me pasan es, de alguna manera, ser.
"Bien, estoy bien, me estoy acomodando, tranquila...". El viento que entra de golpe por la ventanilla del colectivo me sacude el pelo y me arroja una cachetada helada que, creo, me contuvo, no sé de hacer qué.
Al llegar a mi casa cocino, lentamente, y como en silencio. Tal vez ya tengo todo (¿qué?) bajo control.
Pero al irme a dormir, después de bajar las persianas, apagar la luz, acostarme, estirarme de a poco, y dejar que la oscuridad pase de ser esa negrura insoportable contra la que las pupilas luchan, dilatándose, a ser una especie de manto tranquilizador y de nada, nada que contiene todas las escenas posibles de diferentes sucesos de la vida como si fueran una lista interminable de finales alternativos, que permite dejarse llevar en los pensamientos y delirios, que recibe cada una de las cosas que se me pasan por la cabeza y las toma para ser una negrura cada vez, pienso qué hice, quién soy, con quién estará y con quién despierta...
Y sólo entonces puedo llorar.
Y estoy.

domingo, 27 de octubre de 2013

Reloaded una vez más

En esta ocasión sufrí las siguientes mudanzas:
- Literal: me mudé, pasé de vivir en el departamento tranquilo con mi pareja a vivir sola nuevamente, lo que me lleva a,
- Amorosa (digámosle): terminé con el muchacho anterior, pero ya me conseguí un pseudo-novio nuevo. Bueno, no me gusta estar sola... qué se le va a hacer.
- Zoológica: G tenía un gato precioso, con el que nos adorábamos mutuamente. Así que apenas llegué a mi nuevo departamento, descubrí que necesitaba un reemplazo... justo regalaban gatitos y me conseguí a Fagot, esta preciosa bebita siamesa que en este momento observa la pantalla desde mi falda con mucha curiosidad.


Bueno, retomo mi presencia en este espacio, tímidamente por ahora, porque ya casi que no me acuerdo cómo venía la mano, así que meto un pie despacito y con cautela, como quien prueba la temperatura de la ducha en invierno.
Bienvenido todo el que quiera pasear un rato. Se aceptan con mucho entusiasmo mates o cervezas.