Me dan mucha bronca las minas que se hacen las difíciles.
Estaba pensando esto el sábado, que fui a un bar para cumplir mi labor de amiga, y mientras la esperaba el típico pesado viene y me empieza a hablar. Digo el típico pesado porque no vino con la mejor onda a sacarme charla, no; vino con aires de galán, tiró un "apa, qué linda que sos" espantoso, y no hubo manera de sacármelo de encima, hasta que en un momento me paré con mi botella de cerveza y me cambié de mesa.
Después, mientras seguía esperando a la piba que no llegaba nunca, me quedé pensando por qué los tipos perseveran tanto en el levante. Digamos, te estoy diciendo que no, te estoy poniendo la cara de orto más desagradable que soy capaz de hacer, todo mi lenguaje corporal grita que te vayas, y sin embargo el tipo persistía, inamovible. ¿Y sabés por qué hacen eso? Porque hay minas que, a la larga, te dicen que sí. En un principio te dicen que no, o en vez de negarse rotundamente ponen excusas, y claro, el tipo insiste y al final obtiene lo que quiere. Esto hace que el "no" esté altamente desvalorizado, al punto de que el tipo piensa que todos los NO que vos le decís, son para hacerte la difícil, hacerlo esperar, hacerle creer que sos una persona digna y moralmente correcta que no va a decir que sí a la primera, y vaya a saber qué giladas más.
Queridas colegas: dejen de usar el "no" en vano, porque hay algunas que lo necesitamos con la seriedad y la honestidad de antaño.
Aclaración: no soy la típica boluda que se cree la reina de Inglaterra y que le dice que no a todos y se la da de solicitada. Me gusta la charla, no hace falta que me roben sonrisas porque las regalo, y hasta considero las propuestas que recibo. Pero que vengan a levantarme así a lo pizzería de barrio y encima persistan aunque los saques cagando, me rompe las pelotas.