Tengo una concepción bastante errada del tiempo, y eso hace que sienta que siempre lo estoy desperdiciando y que debo aprovecharlo al máximo. No veo películas pochocleras, en vez de eso veo por enésima vez "La ola" o "La lista de Schlinder". No leo revistas, porque siento que me quita horas de leer autores como Borges y Kafka. Cuando me voy a patinar, me llevo programas de Dolina para escuchar mientras: historias de los zares de Rusia, mitos nórdicos y curiosidades del Imperio Romano, por ejemplo.
La psicóloga me preguntó qué quiero hacer cuando termine la carrera. Mi respuesta fue inmediata: empezar otra.
Me dio una tarea para esta semana: perder el tiempo. -Bueno, en la medida de lo posible- le dije-, en dos semanas tengo parciales.- Le pareció bien. Su condición fue que no podía leer, a menos que tuviera que ver con la facultad. Tampoco puedo ver películas históricas ni políticas.
Estoy perdiendo el tiempo hace como cuatro días y se me hace imposible. Estuve cocinando, cociendo corpiños (de esos que se les sale el alambre), ordenando, tirando cosas, saliendo a andar en rollers a más no poder. Estoy harrrrrrrta de perder el tiempo, harrrrrta. Supongo que la tarea consistía en que yo viera qué divino es estar al reverendo pedo, pero no sólo que no lo logró, sino que necesito algo que implique una actividad neuronal con tanta urgencia que estoy desesperada. Y lo peor es que sé que me mandó esta porquería porque sabe que tengo un superyó tan rígido que no puedo hacer trampa, no me sale.
En fin, estaré perdiendo el tiempo hasta el próximo lunes.